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El ascenso y la caída de Adolf Hitler

A lo largo de la historia, algunos dictadores han muerto plácidamente y sus cuerpos han sido enterrados, incluso con honores, por el mismo pueblo al que sometieron. Sin embargo… el destino no ha sido tan benevolente con otros. Te contamos la historia y el dramático final de Adolf Hitler.

«Logré comprender igualmente la importancia del terror físico para con el individuo y las masas». Adolf Hitler

Adolf Hitler, Führer und Reichskanzler de la Alemania nazi, es sin lugar a dudas uno de los personajes más relevantes de la historia del siglo XX pues, para muchos, parecía encarnar la mismísima esencia de la brutalidad y la crueldad.

Nacido en Austria, en el seno de una familia humilde y de raíces judías, recibió una educación bastante precaria e incluso malvivió como vagabundo tras haber fracasado su sueño de ser pintor; sin embargo, se convirtió en uno de los líderes políticos más relevantes y poderosos de su tiempo.

Durante su juventud nacieron sus prejuicios racistas y, tras alistarse en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial, surgieron sus claras ideas pangermánicas: el objetivo de Hitler era establecer un ‘Nuevo Orden’ basado en la absoluta hegemonía de la Alemania nazi en el continente europeo.

En 1919, Hitler se afilió al Partido Obrero Alemán -precursor del Partido Nazi-, y gracias a su excelente oratoria y su capacidad para atraer a las masas, se convirtió en su líder en 1921. Lo que el mundo no se esperaba era que tras su poder de oratoria y atracción de masas, se escondía una personalidad incapaz de experimentar empatía y una terrible sed de odio.
El aumento de la popularidad de Adolf Hitler
Sus famosos discursos atraían a miles de personas que lo aclamaban como a un dios, y aquella habilidad la utilizó para sus fines políticos expansionistas que desembocarían en el conflicto armado internacional más grande de la historia, la Segunda Guerra Mundial.

En 1923, tras hacer un pronunciamiento en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich, Hitler intentó una insurrección, conocida como el Putsch de Múnich, tras cuyo fracaso fue condenado a cinco años de prisión; sin embargo, ocho meses después fue liberado…

A partir de ese momento, Hitler obtuvo creciente apoyo popular mediante la exaltación del pangermanismo, el antisemitismo y el anticomunismo, sirviéndose de su talento oratorio apoyado por la eficiente propaganda nazi cargada de simbolismo, utilizando el miedo y la incertidumbre de las clases medias para manipular al pueblo…

En enero de 1933, fue nombrado Reichskanzler -canciller imperial- y, un año después, a la muerte del presidente Paul von Hindenburg, se autoproclamó Führer, asumiendo así el mando supremo del Estado germano.

A partir de ese momento, transformó la República de Weimar en el Tercer Reich y gobernó con un partido único basado en el totalitarismo y la autocracia de la ideología nazi que causó la muerte de 17 millones de personas, incluyendo una cifra en torno a 6 millones de judíos​ y entre medio y millón y medio de gitanos, en lo que posteriormente se denominó «Holocausto».

El final de la historia de Adolf Hitler
En los días finales previos a la invasión de Berlín por parte de los Aliados, en medio de una reunión donde se iba a examinar la posibilidad de admisión pública de que la derrota de Alemania en la guerra era inminente, Adolf Hitler tuvo una crisis nerviosa y entró en un estado de histeria culpando a los generales de traición…

Salió de aquella reunión desmoronado anímicamente, incluso expresando su deseo de matarse… Adolf solicitó a su médico Werner Haase que le recomendara un método confiable de suicidio; Haase le sugirió que combinara una cápsula de cianuro, seguido de un balazo en la cabeza.

A finales de abril de 1945, Hitler se enteró de que Heinrich Himmler, Reichsführer de las Schutzstaffel, y uno de los principales líderes del Partido Nazi, intentaba de manera independiente de negociar la paz a través de un tratado y aquel fue su punto de quiebre a nivel emocional; así empezó a desarrollar síntomas de paranoia que se vieron acentuados al enterarse de la ejecución de su gran aliado Benito Mussolini. Hitler juró no compartir la misma suerte…

Al amanecer del 30 de abril, Hitler reunió a todo el cuerpo médico y a sus ayudantes, dándoles instrucciones de cómo debían actuar en el momento del suicidio y qué hacer con su cuerpo y con el de Eva Braun, con quien se había casado horas antes.

Al mediodía se reunió con sus secretarias y almorzó silenciosamente, despidiéndose de ellas y regalándoles una cápsula de cianuro…

Al final de la tarde, Hitler y Eva se reunieron a la sala de mapas contiguas al despacho privado, cerraron la puerta y poco después se escuchó un disparo…

Se deshicieron de todas las pruebas
Los edecanes esperaron unos 15 minutos y encontraron a Hitler doblado sobre sí mismo en un sillón y con manchas de sangre en la cara… Eva Braun estaba tendida a lo largo de un diván con los ojos aún abiertos.

De inmediato los asistentes de Hitler sacaron ambos cuerpos envueltos en una alfombra al patio de la cancillería del Reich. Ambos cuerpos fueron rociados con gasolina y enseguida se les prendió fuego.

La ausencia de un cuerpo qué mostrar empezó a generar incomodidad en los más “quisquillosos” y las teorías conspirativas que afirmaban que todo había sido un teatro no tardaron en expandirse.

Los estudios recientes
Para algunos escapó en un submarino a Argentina; otros aseguran que huyó a la Antártida y aún hoy se esconde en una base subterránea… Lo cierto es que la muerte de Adolf Hitler, es uno de los hechos más controvertidos de la historia.

O mejor dicho, lo fue hasta el pasado 2018 cuando a un equipo de patólogos franceses se le permitió estudiar un conjunto de dientes guardados en Moscú desde el final de la Segunda Guerra Mundial que, según afirmaron los investigadores, son uno de los pocos restos que quedaron de Hitler tras su suicidio en 1945.

Los resultados, difundidos en una publicación en la European Journal of Internal Medicine en mayo del 2018, fueron concluyentes: en efecto se trataban de los restos de Hitler; por lo que el hallazgo puso fin a las diferentes teorías conspiratorias que rondaron la muerte del Führer.

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