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PERICO MONJE ARGENTINO INVADE MÉXICO

El perico monje argentino es una especie exótica que entró a México como mascota a pesar de conocerse su comportamiento invasor. Ahora que poblaciones silvestres de esta ave se han reportado por todo el país, los expertos temen que su apariencia pueda representar un obstáculo para frenarla. Texto por Sarai J. Rangel

UNA PLAGA DE COLOR VERDIAZUL
El pequeño pájaro que se acicala en la imagen de arriba es bonito. Tiene un cuerpo rechoncho, de unos 30 centímetros de altura, cubierto por un vistoso plumaje verde limón en el lomo y gris en el pecho. Arranca el vuelo y deja a la vista el verdiazul de sus alas interiores. Es un ejemplar de Myiopsitta monachus, también conocido como perico monje o cotorra argentina.

En entrevista para Muy Interesante México, Patricia Ramírez Bastida, bióloga de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala de la Universidad Nacional Autónoma de México, me conduce hasta un terregoso parque en la delegación Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México.

“Es uno de los nidales de pericos monje más grandes de la ciudad”, explica. El espectáculo de decenas de vistosos pericos posados en las ramas de los árboles alimentándose, volando en parvadas o asomados en las oquedales de los nidos entretejidos, es surreal.
Cuesta suponer que esta simpática ave sea la misma a la que en el sur de Florida (EUA) se acusa de provocar pérdidas millonarias al destruir infraestructura eléctrica. O la invasora sudamericana que España busca eliminar a toda costa. Una especie a la que incluso en su hogar, Argentina, se considera plaga.
“Cuando llegamos no lo podíamos creer”, dice Patricia, una de las responsables del Proyecto Cotorra Argentina, financiado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), y cuyo propósito es diagnosticar el grado de penetración de esta especie en la Ciudad de México y su área metropolitana, ubicando parvadas y sitios de anidación como éste.
“La gente las protege muchísimo”, se queja. Parecen olvidar –o peor aún, puede que ni lo sepan– que por muy bonito que sea, el perico monje argentino es una especie exótica para México y por tanto representa un peligro latente para nuestros ecosistemas; el ave incluso figura en el primer listado de invasoras publicado en diciembre pasado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
PERICO MONJE ARGENTINO: INVASORA PERFECTA
“El problema con las especies exóticas invasoras es que compiten por los recursos contra las especies nativas”, explica la Dra. Ana Isabel González Martínez, subcoordinadora de Especies Invasoras de la Conabio. A pesar de no ser originarias de una región, son capaces de sobrevivir, reproducirse y establecerse en hábitats y ecosistemas naturales.

Actualmente la introducción de especies exóticas se considera una de las mayores causas de pérdida de biodiversidad global, provocando hasta 17% de las extinciones animales. En México, es el tercer factor de presión a la biodiversidad.

Aunque el surgimiento de colonias de periquito monje (psitácido perteneciente a la misma familia de las guacamayas y los loros) pudiera parecer una preocupación menor si se compara con invasiones como la del pez león en el Caribe, no debe ser tomado a la ligera. En otros países donde se han vuelto plaga (el primer censo nacional de cotorras en España calcula unos 20 mil ejemplares), se ha registrado desplazamiento de especies nativas y afectaciones a cultivos.

A diferencia de otros psitácidos que necesitan de un sitio con las condiciones adecuadas para anidar, el perico monje argentino puede hacerlo casi donde sea, al ser una de las pocas especies que construyen sus nidos a manera de grandes estructuras comunales hechas con ramas que montan en la parte más alta de los árboles y les proporcionan refugio contra los depredadores y el clima.

Para construirlos dañan la cobertura forestal, pues rompen las ramas de los árboles.Prefieren hacerlos sobre eucaliptos, palmeras y casuarinas, pero se contentan también con postes de luz e incluso torres eléctricas.

El problema con los nidos es el peso; se han encontrado algunos de más de 150 kilos, demasiado para un árbol o un poste de luz, que termina sucumbiendo.
Dado que son aves muy curiosas acaban causando daños a la infraestructura. Sus fuertes picos pueden morder cables, causando cortocircuitos o problemas en las comunicaciones. Preocupante es también su ingreso en zonas donde habitan pericos, loros y guacamayas nativos: la cotorra argentina podría portar enfermedades que afecten a poblaciones de aves mexicanas y a la salud humana.

Queda claro que el peligro de estos animales está en la cantidad. Una vez que llegan a su edad reproductiva –forman parejas de por vida– tienen dos nidadas al año de entre 5 y 12 huevos. Aunque en su medio natural sufren una alta depredación por otras especies, su éxito reproductivo aumenta mucho en ciudades y zonas urbanas. Basta echar cuentas: si viven unos 20 a 30 años cada una, con esa cantidad de crías, una sola pareja citadina puede engendrar a una colonia de 30 aves (o muchas más).

UN GRAN ERROR
Fue a raíz del comercio internacional de mascotas silvestres, promovido a partir de 1960, que el perico monje argentino terminó asilvestrado en casi todo el mundo. Debido a que imita la voz humana, aunado a su inteligencia y belleza, se convirtió en una mascota muy popular. Sin embargo, algunas llegaron al ambiente luego de escaparse o ser liberadas por sus dueños, hartos de sus chillidos.

Mientras en países como Estados Unidos, España, Inglaterra, Japón, Alemania, Austria o Italia las colonias de Myiopsitta se propagaban sin control, en México sólo se había avistado un ejemplar aislado, en 1995. Esto cambió a mediados de la década pasada, cuando el mercado europeo de aves exóticas se cerró como medida precautoria ante la gripe aviar de 2005.

A la par, las autoridades mexicanas decidieron permitir la importación de grandes cantidades de aves exóticas, entre ellas perico monje argentino, a pesar de los peligros sanitarios que implicaba la entrada del virus de la influenza A (H5N1), y de las evidencias sobre el comportamiento invasor de Myiopsitta monachus.

Entre 2005 y 2010 más de 960 mil pájaros exóticos fueron introducidos al país –– en 2009 la cifra de animales importados llegó a 239 mil ––. De ellos, el perico monje fue uno de los más demandados: se transportaron hacia aquí 126,260 ejemplares durante ese periodo y hoy ya prolifera en Oaxaca, Baja California Sur, Guerrero, Hidalgo, Estado de México, entre otras entidades.
Son al menos 21 estados, algunos con poblaciones que van de cientos a miles.
La importación de perico monje se prohibió en 2015, pero ya era tarde. Hay quien sostiene que la instauración en 2008 de la veda total al aprovechamiento de psitácidos nativos –la cual impide la comercialización de dichas aves mexicanas para proteger a sus sobreexplotadas poblaciones– propició el aumento de las importaciones de perico monje a México. Sin embargo la realidad es que nunca se debió permitir la entrada de esta especie:

MÉXICO SE CONVIRTIÓ EN EL MAYOR IMPORTADOR DE COTORRA ARGENTINA EN EL MUNDO DESDE 2006, DOS AÑOS ANTES DE LA VEDA”,EXPLICA JUAN CARLOS CANTÚ, DIRECTOR DE LA ORGANIZACIÓN ECOLOGISTA DEFENDERS OF WILDLIFE.

“En otros países la importación de animales como especies exóticas, sobre todo aquellas comercializadas para mascotas, va precedida de un análisis de riesgo. Esto, con el fin de conocer qué tan peligroso es llevar una nueva especie a un ambiente”, comenta el Dr. José Luis Alcántara, del Departamento de Conservación y Manejo de Fauna Silvestre del Colegio de Postgraduados, campus Montecillo.

La pregunta es: ¿acaso se hizo con Myiopsitta monachus? “Al final los animales no se movieron por sí solos. Fueron traídos. Tenemos la responsabilidad de que estén aquí”, señala el profesor investigador.

¿VIVIR CON ELLA?
De acuerdo con datos preliminares reportados por el Proyecto Cotorra Argentina en México, la Ciudad de México y su área conurbada podrían tener una población de alrededor de 3,000 aves en libertad.

No obstante, hasta ahora los registros recabados sugieren que si bien las poblaciones de esta avecilla crecen exponencialmente y a ritmos acelerados, varios de los impactos negativos previstos y reportados en otras naciones no se han presentado.

Por ejemplo, la Dra. Patricia Ramírez comenta sobre el desplazamiento de otras especies:

“LO QUE HEMOS VISTO ES QUE ESTAS AVES HAN ESTABLECIDO UNA ASOCIACIÓN CON OTROS ANIMALES GENERALISTAS (SU ALIMENTACIÓN NO ESTÁ RESTRINGIDA) TALES COMO LOS GORRIONES, LOS ZANATES Y LAS PALOMAS”.

En cuanto a cultivos, ¿pudiera suponer un problema para la agricultura? “En zonas rurales alrededor de la CDMX nos han reportado depredación de maíz tierno y cultivos de girasol, pero no se ha detectado en gran escala.” Como esta especie depende mucho del hombre y se encuentra sólo en sitios donde él está, parecen ser pocas las posibilidades de que se expanda a zonas completamente agrícolas o bosques.

¿Y daños a la infraestructura? “En México la especie anida preferentemente sobre árboles y palmeras. En el área de estudio la detectamos únicamente en algunos sustratos artificiales como anuncios espectaculares”.

Claro, si las poblaciones de Myiopsitta se incrementaran a grados invasivos, sería posible que emplearan más estructuras artificiales, más recursos y este panorama sería uno muy distinto.
“¿Qué sigue?”, pregunto. “¿Erradicar?” “Toda la literatura referida a esta ave advierte que de no tomar su erradicación como prioridad e invertir todo lo necesario para llevar a sus poblaciones a cero, cualquier recurso gastado se desperdiciará.”
No por nada muchos consideran a la Myiopsitta una plaga hecha y derecha: “Sus poblaciones pueden recuperarse muy rápido”. Y si además cuenta con el apoyo de la gente, como ocurre en el ‘santuario’ de Gustavo A. Madero, y en muchos otros que la Dra. Patricia Ramírez ha visitado, se puede ir dando la misión por perdida. “Al ser una especie tan carismática, resulta complicado impedir que la gente la ayude”, refiere.

Como suele ocurrir con las especies invasoras que se instalan en un ecosistema, “eliminarlas va a ser prácticamente imposible”, indica José Luis Alcántara, coautor del estudio “La cotorra argentina (Myiopsitta monachus) en el Colegio de Postgraduados: ¿una especie invasiva?”.

“Si países como España o Estados Unidos no tienen los recursos o la infraestructura para lograr su erradicación, nosotros menos.”
Uno de los problemas con las especies exóticas es que no podemos saber con seguridad el impacto que tendrán en cada lugar al que llegan, de ahí la importancia de prevenir desde un principio su introducción y establecimiento, así como de continuar el seguimiento de estas poblaciones.

NO ALIMENTE AL PERICO MONJE ARGENTINO
“Mira nada más qué desvergonzadas”, exclama Patricia Ramírez. No hace mucho contaba que uno de los mecanismos de defensa de la Myiopsitta contra sus depredadores era elegir sitios altos para sus nidos (seis metros como mínimo), pero nos sorprende encontrar uno que no supera los dos metros de altura.

No obstante puede que la rama se haya caído por el peso, en nuestro recorrido vemos algunos más también colocados a baja altura. Seguimos avanzando, y mientras buscamos otros habitáculos y contamos parvadas Patricia me comparte cuál sería el mejor de los escenarios para este problema: ‘que se naturalicen’. Una especie se naturaliza cuando sus poblaciones dejan de competir con las especies nativas y toma su propio espacio o nicho ecológico.

Aunque lejana, habría una ligera posibilidad de que esto ocurriera: “Hay depredadores que son atraídos por el ruido de los pericos, por ejemplo algunos gavilanes, la aguililla de Harris o el halcón peregrino, que podrían estabilizar a esta población… claro, si se les dejara hacer su labor.”

Lina Tinajero, la pasante que monitorea este nidal, cuenta que los vecinos corren a personas que detectan que vienen a capturarlas; incluso han llegado a apedrear a los depredadores que de vez en vez se aparecen por aquí.

Tal protección a la especie es uno de los mayores obstáculos para contener su invasión.
“Tratamos de concientizar a la gente de que no las ayude, porque eso sólo incrementa la población.” También aconseja que se les deje de alimentar. En los comederos esparcidos por el parque esta mañana el menú es variado: mango, melón, semillas de girasol, arroz a la mexicana. “Conseguir su propio alimento les incrementaría el gasto de energía y limitaría su éxito reproductivo”, explica.

Hay un par de hermanas que vienen todos los días a dejar a las aves agua, semillas y pan partido en cubitos. Cuando se acerca la hora de alimentarlas, un ejército de hambrientas Myiopsittas ya ocupan las ramas más bajas de los árboles.

Nuestra presencia les preocupa poco; imposible no recordar la famosa escena de The Birds (1963), de Alfred Hitchcock. Sólo viéndolas reunidas ahí, en plena formación de guerra, se hace uno consciente de que la invasión de este perico es más que un hecho.

Reportaje publicado en la revista Muy Interesante México, Ed. junio, 2017

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