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¿Por qué es importante conocer la historia? Hegel te lo explica

 

Mirar atrás y entender que cada época tuvo aspectos positivos y negativos, es como encender un faro que iluminará nuestro futuro. Todo lo que somos se lo debemos a nuestros ancestros; pero, ¿por qué debemos entenderlos? Aquí te contamos todo.
La importancia de entender la historia según Hegel
Hegel, fue uno de los filósofos más importantes de Alemania. Se le conoce por sus grandes contribuciones en el idealismo alemán y además, por ser uno de los escritores más complejos de entender.

En su libro Lecciones sobre la filosofía de la historia universal publicado en 1837, Hegel explica la importancia que tiene la historia para enseñarnos qué debemos hacer y qué no.

Cada período de la evolución humana, resguarda entre sus años ciertos descubrimientos de conducta y sociabilización. Si bien mirando hacia atrás, muchos nos pueden parecer primitivos, son esos pequeños pasos que hemos dado a lo largo de los años, lo que nos ha hecho llegar hasta aquí.

Hegel insiste en que nuestro pasado esconde tesoros increíbles que podrían ayudarnos a vivir mejor. ¿Cómo? Rescatando todas las buenas costumbres que se han perdido. Por ejemplo: el honor y la caballerosidad de la Edad Media, el respeto por los sentimientos del Romanticismo, la valentía de la Rebelión Francesa. Todo período histórico pasado, tiene alguna lección que enseñarnos y es importante entenderla, para ponerla en práctica y no cometer errores pasados.

“El progreso nunca es lineal, hay sabiduría en cada una de las etapas”, dice en una de sus páginas. Para él, entender la historia es la clave para avanzar como comunidad.

Los historiadores son los sabios de nuestra era

“Un historiador, debe rescatar del pasado esas ideas que más se necesitan, para compensar los puntos ciegos del presente”, explica Hegel. ¿Cómo se logra el progreso en el mundo? Balanceando dos grandes extremos. Para poder aprender qué está bien y qué está mal, es necesario conocer a la perfección ambas cosas. Solo habiéndolas vivido, podremos conocer qué es lo correcto.

¿Cómo podrías saber qué te gusta y qué no, si no lo experimentas? Veámoslo con un ejemplo cotidiano.

Deseas comenzar una vida saludable y decides ir al parque a trotar. El primer día, trotas 5 minutos, te diste cuenta que podías, pero al terminar no estabas satisfecho, sentiste que podías dar más. Al día siguiente, te atreves y trotas 20 minutos. Terminas exhausto, sin respiración y con dolor en todo el cuerpo.

¿Qué haces para solucionarlo? En lugar de abandonar, al tercer día, pruebas un intermedio y trotas 15 minutos. Quedas satisfecho con el trabajo, sientes que ejercitaste, pero no estás completamente moribundo y sin energía. Todos los procesos para poder evolucionar, son así. Primero conocer una versión, luego la otra, y al final, crear un equilibrio entre ambas.

Este proceso de descubrimiento, análisis y búsqueda de soluciones, Hegel lo llamó «dialéctica». Un término filosófico que engloba tres procesos: Tesis, antítesis y síntesis. Las dos primeras son versiones muy contrastantes de un mismo tema, ambas incluyen fragmentos de verdad más no la verdad absoluta. La síntesis, es el resultado de la tesis con la antítesis sobrepuesta una con la otra, luego de un arduo proceso de análisis y ejercicios.

¿Su visión se cumple en la vida real?
Sí, la historia demuestra que la humanidad explora los dos extremos más grandes, antes de encontrar un punto medio.

Veamos un ejemplo. En la sociedad de Atenas, entendieron el concepto de la libertad individual, todos eran libres de hacer lo que querían. La libertad rápidamente se convirtió en libertinaje y fue una sociedad que no entendía de orden u organización.

Los persas, por otro lado, manejaban a la perfección los conceptos de orden y organización, pero no creían en la libertad. Lograron vencer a Atenas, pero su pueblo reprimido estaba completamente infeliz.

¿Quién logró un equilibrio entre ambos? El Imperio romano, manejaba un balance aceptable entre la libertad de Atenas, con la disciplina de los persas. Atenas fue la tesis, Persia la antítesis y Roma, la síntesis.

¿Qué hacen los historiadores y por qué debemos hacerles caso?
Según Hegel, los historiadores son parte fundamental del desarrollo mundial, porque se encargan de inmortalizar los momentos más complejos de la historia, desde su óptica vivencial. Sus testimonios en el futuro, son ejemplos inmortales de algo que sucedió. Además, son los que le muestran al mundo la síntesis de lo ocurrido, después de haber pasado por la tesis y la antítesis.

“Lo que un historiador pone en su boca, no es un sistema de ideas supositorio. Es una transcripción no corrompida de sus hábitos… Debemos pasar las páginas de los historiadores no solo con el propósito de simple erudición, sino con miras al disfrute profundo y genuino”, explica Hegel.

¿Qué significa? Que el trabajo de los historiadores es mostrar la realidad y el nuestro, como público, no es leer únicamente para aprender, sino para vivir lo que sucedió a través de sus testimonios.

“Los historiadores se aferran a las grandes hazañas y muestran respeto por la historia, para que nosotros, podamos ver el camino más claro gracias a su guía”, escribe el filósofo. Si bien el trabajo de los historiadores no es decir el futuro, pueden predecir lo que sucederá tomando en cuenta errores del pasado.

Y como dice una famosa frase: “Un pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla”.

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