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¿Sabías que Charles Darwin se comió a los animales que descubrió?

¿Y sabías que muchos científicos se comen los organismos que estudian?  Desde plantas exóticas hasta animales tan extraños, la lista es muy larga. Pero ¿por qué lo hacen?

Darwin era un hombre aventurero, mucho antes de convertirse en naturalista.

En Cambridge, Darwin era miembro de un Club llamado Glutton, un grupo de estudiantes dedicados a comer «pájaros y bestias desconocidos por el paladar humano», según un amigo de la universidad.

Su intrepidez por seguir probando nuevos alimentos aumentó una vez que se embarcó en The Beagle. Comió puma, iguana y armadillo. No sólo comía tortugas gigantes, sino que trató de beber el contenido de su vejiga.

¿Quién se atreve a superarlo? Muchos biólogos modernos van en esa dirección. La lista de los animales y plantas que los científicos han comido incluyen: mojarra de oreja azul, erizos de mar, hormigas, abejas, escarabajos, malezas, gusanos, moras, abulón, anguila rosada, cigarras, corzos, gallos, cangrejos y aves marinas. Y las historias de cómo lo comieron varían mucho.

En 1971, Richard Wassersug publicó un artículo que mostraban qué tan malos son los renacuajos al paladar humano. Ocho especies participaron, según su teoría si son fáciles de atrapar saben horrible. Según él, su teoría resultó cierta. El renacuajo que comió sabía horrible.

Wassersug, también se comió una sanguijuela. Como pensó que sería muy peligrosa tragársela, decidió asarla y comérsela con un trago de cerveza. Dijo que sabía mucho a carbón. En otra ocasión se comió una salamandra en una competencia junto con un trago de vodka.

¿Por qué lo hacen?

Algunos lo hacen para deshacerse de las especies invasoras. Por ejemplo,  Sarah Treanor Bois probó la nutria y las patas de la rana toro, por dicha razón.

Otros lo hacen por simple curiosidad. Por ejemplo Robert Thorson , un geólogo, que a fines de la década de 1970 estaba en Alaska estudiando capas de rocas. Encontró un bisonte estepario gigante de 30,000 años de antigüedad. En resumen, lo probó para ver a qué sabía aquella carne tan vieja.

Mark Siddall, por su parte dice que se trata de simple familiaridad. Los animales que consumes son con los que estás familiarizado. Alguien que conoce los saltamontes no se siente extraño comiéndose uno. Lo mismo sucede con algunos biólogos.

Otros simplemente creen que lo hacen por mera competencia. Si otros científicos lo hacen, entonces tú también debes hacerlo.

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